Sumidos los querubines En llanto, las coplas sucias De entrepiernas, son argucias Para pescar alevines. Me enloquecen los carmines, Los ojos, el busto terso, Tu delantera y tu anverso. Acosadoras las piernas Ante mi, que a las cavernas Regresa al rupestre verso De cantares milenarios De mirarte fijo el alma Sin piedad, salvar la calma De tu escudo lapidario. Si te hablo habrá calvarios Valles de sombras, y muerte, La cordura queda inerte Tras que me increpa tu dedo Acusador, y me quedo, ¿Si no puedo? Mala suerte.

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